El fantasma de mis sueños se quedó dormido a mi lado. Acostumbrado a su presencia, lo abracé con delicadeza.
- qué bien que estamos aquí -me dijo -, levantaré tres chozas.
- por qué tres si somos dos? le pregunté.
- Una para ti, otra para mí y la otra para cuando nazca el niño -me respondió.
- Bajemos -le dije-, no le cuentes a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario