miércoles, 7 de febrero de 2018

LA ANCHURA DEL MAR

Con cierta frecuencia he soñado ser un pez de río. Saltaba los rápidos, remontaba las corrientes, me deslizada a mis anchas por los meandros cristalinos; en definitiva, me sentía "como pez en el agua".
Anoche me soñé ser un pez de mar. Fue todo muy distinto a mi experiencia onírica del río. Esta vez, lego en profundidades inciertas, se me dio por perseguir un pequeño pez multicolor que jugueteaba conmigo en las penumbras hasta que logré atraparlo. No sé cómo, pero se atravesó en mis agallas y comenzó a remontarme. Resultó ser un anzuelo. Al salir a la superficie, una sirena de dorada cabellera y facciones angelicales, me tomó y, con su suave boca, en maniobras sensuales, retiró el señuelo atragantado en la mía. Sentí sensaciones nunca antes experimentadas, me envolvía un halo de misteriosa confusión y me sacudían espasmos de placer que me erizaban las escamas hasta doler. Abrí los ojos por un instante y miré hacia la anchura del mar y me conmocioné. ¿Habré perdido la libertad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario